El trabajo ocupa gran parte del tiempo la vida de una persona adulta. Las condiciones del mismo están estrechamente vinculadas a la salud mental (y orgánica) del sujeto, y tienen un rol fundamental en su calidad de vida y en la de sus vínculos más próximos.

Cualquier evento o situación que se enmarque en lo que denominamos “violencia laboral”, será sin dudas disparador de un sinnúmero de estresores que, de no ser identificados, visibilizados y atendidos, en convivencia con factores de personalidad predisponentes, llevarán a patología individuales, familiares y sociales de alto impacto; padecimientos que de otra forma, hubieran podido evitarse.

Es deber (ser) de los trabajadores de la salud mental, encarnar actores activos permanentes en cada constructo laboral del que forme parte (o no).

Las relaciones humanas son complejas per sé; no son excepción las laborales. Cuando los matices de esa complejidad se orientan hacia lo nocivo, dañino, perturbador y alienante, señales de alerta se activan, y nuestra función nos interpela a ser agentes visibilizadores del entramado de la violencia en cada una de sus formas posibles en ámbitos laborales.

Encuentro, en “Violencia laboral estructural”, no solo la oportunidad de incrementar nuestros saberes, sino la puesta en juego de los mismos en cada ámbito laboral que estemos convocados a habitar.”

Violencia laboral estructural - Barcia

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Cualquier evento o situación que se enmarque en lo que denominamos “violencia laboral”, será sin dudas disparador de un sinnúmero de estresores que, de no ser identificados, visibilizados y atendidos, en convivencia con factores de personalidad predisponentes, llevarán a patología individuales, familiares y sociales de alto impacto; padecimientos que de otra forma, hubieran podido evitarse.

Es deber (ser) de los trabajadores de la salud mental, encarnar actores activos permanentes en cada constructo laboral del que forme parte (o no).

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